Ya sabemos que en la enología y en el vino, si juntan muchos
factores como la gastronomía, el paisaje, música… es un conjunto que hace que
el vino pueda llegar a tener otro aspecto.
Pues hoy le sumaremos el arte, el ingenio y la novedad por
parte de personas como Xandra Falcó, directora general de Pagos de Familia
Marqués de Griñón y el enólogo Julio Mourelle.
Han añadido en sus bodegas unas cubas que recuerdan a los “huevos
dalinianos”. están
en un espacio recoleto de la finca Dominio de Valdepusa (en Malpica de Tajo,
Toledo). Son el cofre de un tesoro vinícola que nacerá en botellas y copas en
2013 o 2014 y constituyen una novedad más en la trayectoria de un
experimentador amante del vino, Carlos Falcó. Pero también adora el aceite, y
junto a su hija Xandra Falcó y el enólogo Julio Mourelle ponen su instinto
catador y sus conocimientos agrícolas y enológicos en dos bandas, la
viticultura y la producción olivarera en Pagos Marqués de Griñón, donde la
tradición del terruño armoniza con tecnologías de vanguardia. En los últimos dos años se están multiplicando las cubas en forma de
huevo por Francia (para elaborar vino y champagne), Italia, Chile, EE UU y
España (Priorato, Ribera y Rioja, para vinos de alta gama)
Xandra Falcó, directora general de Pagos de Familia Marqués de Griñón y el enólogo Julio Mourelle, ante las cubas ovoides de su bodega |
Los “huevos de
Valdepusa”, esas cubas futuristas que hacen vino como en la antigüedad, son
ánforas de cemento. Inspiradas en las tinajas romanas y fenicias, están
fabricadas en la Borgoña por Nomblot, firma que también las fabrica elípticas,
piramidales y tronconónicas..
Las modernas cubas ovoides hormigonadas son las preferidas
ahora por los viticultores biodinámicos y “quienes creemos en los vinos
naturales”, apuntan Mourelle y Falcó. Estas cubas de silueta orgánica tienen un
aire de botijo gigante pero albergan pequeñas producciones (1.100 litros, 900
botellas) cuya elaboración se controla fácilmente. No rezuman como la antigua
arcilla pero sus paredes prososas aportan la vida que no da al vino el acero
inoxidable de los contenedores habituales. Son cubas que respiran, permiten una
microoxigenación natural y ahorran energía. “No tienen los cambios bruscos del
acero. La temperatura de estas cubas a la levadura le gusta mucho. Es un
proceso amoroso”, asegura Mourelle. El vino “expresa mejor la tierra de donde
vienen las uvas”.
Así pues cada vez mas, estamos poniendo al día tanto el esfuerzo como las nuevas tecnologías para conseguir que el vino sea cada vez mejor, y la uva saque cada vez mas su carácter.
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